En el post anterior, hablábamos de TIN y TAE, dos indicadores importantes que podemos ver en la mayoría de productos bancarios. Dentro de estos productos, podemos encontrar gran variedad en el mercado financiero. Préstamo y crédito seguramente son dos de las opciones que más hayas escuchado. Ambos aportan dinero a la persona que lo solicita, sin embargo, hay grandes diferencias entre un préstamo y un crédito que debes tener en cuenta a la hora de decidirte por uno u otro.
¿Qué es un préstamo?
Un préstamo es un producto financiero que permite al usuario disponer, desde el comienzo de la operación, de una cantidad de dinero pactada, con la condición de que sea devuelto en un plazo acordado con los intereses correspondientes.
Estos intereses se cobran sobre el total del dinero prestado, y su duración está previamente fijada, siendo habitualmente mayor que en un crédito.
¿Cómo funciona un crédito?
Un crédito es un producto algo más flexible ya que se permite acceder a una cantidad fija de dinero según la necesidad del usuario. Se establece un tope máximo y el cliente puede utilizarlo en su totalidad, una parte de él o incluso no llegar a hacer uso del crédito.
Sus intereses suelen ser más elevados y solo pagamos por el dinero utilizado, aunque pueden existir pequeñas comisiones si no hacemos uso de la cantidad disponible. Además, su duración puede prorrogarse a medida que se devuelve el dinero.
Sus diferencias
Por tanto, las grandes diferencias entre préstamo y crédito radican en su funcionamiento, condiciones y duración.
Mientras el préstamo concede la totalidad del dinero desde el comienzo, en el crédito es el cliente quien elige cuando disponer del importe que necesita. Además, los intereses en el crédito suelen ser mayores que en el préstamo y su duración es variable, ya que puede prorrogarse en el tiempo sin necesidad de realizar una nueva gestión. Al contrario de lo que sucede en un préstamo, cuya duración está establecida y, para disponer de una cantidad mayor, necesitamos formalizar uno nuevo.
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