Ya hemos visto con anterioridad algunos métodos de ahorro para implementar en nuestra rutina. Sin embargo, hay opciones para ir más allá y tratar de sacar rentabilidad a ese porcentaje de dinero ahorrado que vamos guardando día a día. Una de ellas es el depósito bancario, en el post de hoy os contamos un poco más sobre ellos.
Depósitos bancarios, ¿qué son?
Llamamos depósito bancario al producto de ahorro por el cual un usuario cede una cantidad de dinero concreta a una entidad financiera durante un tiempo pactado. Al cabo de ese tiempo, la entidad devuelve el dinero prestado junto a la rentabilidad estipulada de inicio. Funciona como un pequeño “préstamo” que el cliente realiza a un banco para recibir un beneficio, según las condiciones pactadas entre ambas partes.
¿Qué tipos existen?
Dentro de los depósitos bancarios podemos encontrar diferentes tipologías según su rentabilidad y riesgo, aunque los más comunes son los siguientes:
- Depósito a la vista: se trata de un depósito que se caracteriza, principalmente, por su flexibilidad. A diferencia de otros tipos de depósitos, permite la retirada del dinero de forma parcial o total cuando se quiera sin penalización.
- Depósito a plazos: En este caso, y a diferencia del depósito a la vista, el dinero no puede retirarse durante el tiempo pactado. Pasado este periodo, previamente definido, se devuelve el dinero junto a los intereses generados.
- Depósito estructurado: en este tipo de depósitos, la rentabilidad del mismo no está asegurada, ya que es variable y depende de diferentes índices bursátiles, de la cotización de un grupo de acciones o de otros activos subyacentes.
Ya sabes qué es un depósito bancario y sus tipos más comunes, pero puedes aprender más sobre otros términos financieros en nuestro blog. ¡No olvides seguir nuestro perfil oficial de LinkedIn para no perderte ninguna de nuestras novedades!